No fue sino hasta que Natalee regresó a casa que entendió que había sido víctima de la trata de personas. “Había leído acerca de la trata y lo había visto en redes sociales, pero creí que solo ocurría en otros países —dice—. La realidad es que la trata ocurre todos los días en comunidades iguales a la mía”.

La trata, o tráfico, es una forma criminal de explotación. Hay diferentes tipos de trata, pero el tipo del que fue víctima Natalee se conoce como tráfico de sexo. Se refiere a situaciones en las que se fuerza a una víctima a realizar actos sexuales a cambio de algo de valor, como dinero, drogas, un trabajo o un lugar donde vivir. Es un crimen muy serio.

Luego de rescatar a Natalie arrestaron a nueve personas en conexión con su caso, y varias fueron a prisión.

Los traficantes atraen a la gente en persona o en línea. Pueden ser extraños o gente que conoces. Pueden tener cualquier edad, hasta ser adolescentes. Pueden parecer perfectamente confiables. Pero los traficantes a menudo manipulan a sus víctimas con mucha habilidad, en especial las víctimas jóvenes y vulnerables.

“Los traficantes intentan cubrir una necesidad”, dice Rafael Flores. Es el portavoz del Proyecto Polaris, que gestiona una línea directa nacional de trata. “Cubren esa necesidad, se ganan tu confianza y luego empiezan a traficarte”. Por ejemplo, Natalee había tenido conflictos con sus padres y sus amigos. Dice que sus traficantes fueron capaces de usar sus emociones en su contra. “Me hicieron sentir que le importaba a alguien, que me escuchaban —dice—. Sabían exactamente cómo manipular mi tristeza”.

Según expertos en trata, hay otra táctica que utilizan los traficantes para atraer a sus víctimas: el ofrecimiento de drogas. Al igual que Natalee, la víctima tal vez crea que no hace más que fumar marihuana, pero en realidad la droga está contaminada con algo mucho más fuerte, como el fentanilo. Una vez que la víctima se hace dependiente de la droga, los traficantes usan drogas para asegurarse de que la víctima siga participando en el tráfico.

En el caso de Natalee, el traficante la obligó a meterse en su carro. Pero hay otros traficantes que usan tácticas más sutiles para ganarse la confianza de sus víctimas. Tal vez aparenten empatía por las dificultades de la víctima y prometan cuidarla. O tal vez prometan ayudar a la víctima a conseguir un trabajo o a hacer realidad un sueño. Tal vez simplemente le ofrezcan un plato de comida o un lugar donde vivir.

Los adolescentes que no viven en casa o no tienen una buena red de personas en las que puedan confiar son especialmente vulnerables a caer víctimas de la trata, dice Flores.

Eso es lo que le pasó a José Alfaro, activista y sobreviviente de trata. A diferencia de Natalee, José conoció a su traficante en línea. José, que es gay, estaba atravesando un momento difícil. Lo habían echado de la casa de sus padres por su sexualidad y vivía en otra ciudad lejos de su hogar.

Cuando José tenía 16 años conoció a un hombre en línea que le ofreció un lugar donde vivir y le prometió una vida mejor. A lo largo de varios meses, el hombre convenció a José de que él le importaba y que lo protegería.

Cuando el hombre le pidió a José que trabajara en su empresa de masajes (que era en realidad tráfico de sexo encubierto) José sintió que no podía negarse. “Sentí que, si decía algo, el hombre que me estaba traficando ya no me dejaría vivir con él”, explica.

José finalmente escapó de la situación. Más tarde se enteró de que el hombre había traficado a muchos otros adolescentes. El hombre fue arrestado y, gracias en parte al testimonio de José, sentenciado a 30 años de prisión.

Tal como muestra la historia de José, la trata no ocurre solamente con las mujeres. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito el 40 % de las víctimas de trata son hombres. Y los niños son el segmento de víctimas de trata de más rápido crecimiento. En 2020 la trata de niños varones fue cinco veces mayor a la de 2004. El hecho es que “cualquiera puede ser víctima de trata —dice José—. Y cualquiera puede ser un traficante”.

Hoy Natalee está bien. Estudia para obtener un diploma de equivalencia de secundaria y sueña con convertirse en veterinaria. También está comprometida con compartir su historia para poder informar a otros adolescentes acerca de la amenaza de la trata.

Su consejo a los adolescentes es nunca tener miedo de alzar la voz o de armar alboroto si se sienten incómodos. Eso incluye situaciones en las que estás con un adulto que conoces o estás en un lugar público. “Hazle caso a tu intuición —dice—. Solo porque otra persona disfruta de una situación no significa que tú debas disfrutarla también”. Protegerte a ti mismo es más importante que proteger los sentimientos de otra persona, incluso alguien que conozcas.

También deberías contarle siempre a un padre o a un adulto de tu confianza si sospechas que alguien te está explotando o manipulando, ya sea en persona o en línea. Lo mismo vale para un amigo si sospechas que alguien lo está explotando. Acude a esa persona y asegúrate de que esté bien. La trata nunca es culpa de la víctima, incluso si colaboraron voluntariamente con los traficantes.

“Si necesitas ayuda o estás en una situación que no es segura pídeles ayuda a tus padres, a un profesor o al padre de un amigo —dice Natalee—. ¡Nada es tan valioso como para poner en riesgo tu vida!”.